domingo, enero 06, 2008

Alerta especial para Micches, Sabana de la Mar y...

La Terrenas y Sánchez entre otras localidades de la costa atlantica y Cotui en la Cordillera.
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SANTO DOMINGO.- El Centro de Operaciones de Emergencia (COE) mantiene una alerta verde para cinco provincias del país e incrementó a alerta amarilla las provincias las provincias del El Seibo, en especial para Miches, La Altagracia, Hato Mayor, (en especial Sabana de la Mar), Samaná, (en especial Las Terrenas y Sánchez) y María Trinidad Sánchez, (en especial Río San Juan). En su último informe el COE mantiene en alerta verde las provincias de Puerto Plata, Monte Cristi, Sánchez Ramírez, Duarte (en especial el Bajo Yuna) y La Romana.

Indica que se han tomado las medidas de lugar debido a que el sistema frontal disminuirá su movimiento de traslación que llevaba hacia el Este-Sureste, por lo que el campo nuboso permanecerá más tiempo sobre el territorio nacional, provocando que las lluvias que se produzcan, aun siendo débiles su duración se haga mas prolongada.

Sostiene que producto de los vientos que provocará el sistema frontal se producirán olas anormales en la costa Atlántica y el Canal de la Mona que podrían penetrar en la tierra, por lo que los residentes cercanos en estas áreas costeras deben alejarse de la zona de peligro.

El organismo de socorro recomienda a las frágiles y pequeñas embarcaciones a lo largo de la costa atlántica, bahía de Samaná y Costa Caribeña, que deben de permanecer en puerto.

Asimismo los residentes en las Provincias anteriormente señaladas y ubicados en zonas vulnerables a deslizamientos de altas pendientes, inundaciones costeras y problemas de alcantarillado, sobre todos a aquellos en las cercanías de ríos, arroyos, cañadas y áreas costeras, deben tomar las medidas de precaución contra desbordamientos y penetraciones del mar.

Diario ecuatoriano se une a críticas contra Dominicana

Servicios Google/eluniverso.com, Ecuador

Nota del editor:
Criticar a República Dominicana por los problemas haitianos es la forma de expresar sus frustraciones de algunos sectores en América, los ecuatorianos que hace un par de años deportaron hacia Haití a un asilado (único haitiano en Ecuador) procedente de esa nación fronteriza de Dominicana y que hace un par de semanas rechazaron a tiros a campesinos colombianos que huían de las guerrillas de las FARC e intentaron buscar refugio en la frontera ecuatoriana, algo que justificó el presidente Correa, se preocupan ahora por el problema de los dos millones de haitianos refugiados en Dominicana. Que les parece, hablan como si los ecuatorianos no emigraran. En dominicana, sin embargo; tambien hay emigrantes ecuatorianos y Ecuador es una nación más rica que República Dominicana ¿Entonces a quien le creemos? (MI)

Por JASON DePARLE JUAN GÓMEZ, República Dominicana

La ladera plena de lodo, cubierta de rústicos cobertizos hechos con trozos de madera, no parece una tierra de prosperidad.

Los refugios tienen techos con goteras y pisos de tierra, sin luz ni agua corriente.

Sin embargo, cientos de migrantes haitianos han arriesgado sus vidas para ir a ese lugar y labrar los campos circundantes.

Ellos son parte de una tendencia global: personas que se mudan a países pobres desde naciones aún más carentes de recursos.

Entre ellos está Anes Moises, de 45 años, hombre de cabello entrecano y piel oscura, que tiene más de una década de trabajar en los campos de plátano dominicanos, siempre de manera ilegal. Los jefes de las granjas le pagan 5 dólares diarios y le dicen que los haitianos apestan. Los soldados lo han llamado un “diablo” prieto y lo han deportado en cuatro ocasiones.

Aún así, como el ingreso promedio en la República Dominicana es seis veces más que en Haití, cada vez que lo expulsan Moises contrata a un traficante de personas para que lo ayude a regresar.

“Cuando cruzamos la frontera”, dijo, “tenemos un nivel de vida un poco mejor. Podemos comprar zapatos y tal vez un pollo”.

Por todo el mundo en vías de desarrollo, los migrantes se mudan a otros países menos favorecidos con casi la misma frecuencia con la que se mudan a naciones ricas. Esto, a menudo, es ignorado.

Es común que al comienzo tengan más carencias que quienes deciden mudarse a territorios prósperos, ganan menos dinero y tienen más probabilidades de viajar ilegalmente, lo que eleva el riesgo de abuso.

Hay 74 millones de migrantes “de sur a sur”, según el Banco Mundial. Este organismo utiliza el término “migrante” para describir a cualquier persona que se muda de un país en vías de desarrollo a otro. El banco calcula que estos individuos envían a casa entre 18 y 55 millardos de dólares al año. La institución calcula que 82 millones de personas se han trasladado de países pobres a ricos.

Nicaragüenses construyen edificios costarricenses, paraguayos recolectan cosechas argentinas, nepalíes excavan minas indias, indonesios limpian hogares malasios y trabajadores agrícolas de Burkina Faso labran los campos en Costa de Marfil. Ahora que los países ricos refuerzan sus fronteras, es probable que crezca la migración dentro del mundo en vías de desarrollo.

“La migración de sur a sur no sólo es enorme, sino que involucra a una clase diferente de gente”, expresó Patricia Weiss Fagen, investigadora en la Universidad de Georgetown. “Éstas son personas sumamente pobres que envían dinero a personas aún más pobres en áreas muy rurales donde la mayor parte de las remesas no llegan”.

Los trabajadores haitianos empezaron a llegar a la República Dominicana hace casi un siglo, como ayuda de temporada en los cañaverales. Sin embargo, hoy muchos trabajan todo el año en granjas u obras en construcción urbanas. Se estima que hay un millón de inmigrantes haitianos en el país, lo que equivale a once por ciento de la población.

En opinión de los haitianos, los problemas van más allá del trabajo duro y los bajos salarios. Los dominicanos sacan provecho de su trabajo, afirman, pero les niegan permisos de trabajo, los deportan cuando quieren y discriminan contra ellos en la creencia de que los haitianos tienen la piel más oscura.

Con frecuencia, los dominicanos se presentan como vecinos generosos, quienes son forzados a soportar la carga del Estado fracasado, la indigencia y las enfermedades epidémicas de Haití. Aseguran que les ofrecen a los haitianos trabajos y cuidado de la salud —30 por ciento del presupuesto de salud pública se gasta en haitianos, afirman los funcionarios gubernamentales—, mientras soportan sermones de países lejanos sobre los derechos humanos.

“Ay, ay, ay, ay, ay”, dijo el general Adriano Silverio Rodríguez, comandante de una nueva fuerza fronteriza, al describir cómo responderían los estadounidenses si compartieran una frontera con un país tan problemático como Haití. “Ese muro que están construyendo sería más largo y más alto”.

La aldea de Juan Gómez se encuentra a 55 kilómetros al este de la frontera, más allá de tres retenes militares que están al ciudado de los inmigrantes ilegales. Sin embargo, indocumentados, como Moises, viven a plena vista. Normalmente, los haitianos detectados en la frontera son regresados, mientras que muchas veces se les permite quedarse si los patrones los necesitan.

Algunos migrantes de sur a sur son desplazados por guerras y crisis políticas. Otros son atraídos por trabajos y mejores salarios. Algunos países -Argentina es uno de ellos- rápidamente les han concedido amnistía a los inmigrantes. Otros -entre ellos Nigeria e Indonesia- los han sometido a deportaciones masivas.

Una razón por la que hay trabajos para los haitianos es que muchos dominicanos se han ido a Estados Unidos. Por ejemplo, el presidente Leonel Fernández fue criado en Nueva York.

Eso expone lo que Dilip Ratha, economista en el Banco Mundial, describe como un doble estándar común. “Muchas naciones quieren un buen trato para su propia gente en el extranjero, pero ellos mismos no tratan bien a los inmigrantes”, señaló.

Oficiales de policía egipcios mataron a 26 sudaneses ilegales en el año 2006. Los costarricenses a veces se burlan de los nicaragüenses al llamarlos “nicas”.

Aun así, Manuel Orozco, del grupo de investigación Inter-American Dialogue, en Washington, considera que no es correcto ver este fenómeno sólo desde una óptica negativa. Los haitianos en la República Dominicana envían 135 millones de dólares al año a sus casas.

El reto, dijo, es crear políticas de desarrollo para los países y para protejer a los migrantes y sus familias. “Simplemente dejar que ocurra la migración no basta”, agregó.