Tomás Bárbulo
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Marruecos y el Polisario convierten el último naufragio frente a Canarias en otro capítulo de su disputa sobre el Sáhara Occidental
Sahra Burús tiene sólo 33 años, pero hace diez días un golpe de mar la convirtió en una anciana. Envuelta en una melfa verde, la mujer llora y se dobla sobre sí misma como si le abrasaran las entrañas. El 26 de octubre un desconocido la avisó por teléfono de que su hijo Feisal, de 13 años, se había ahogado cuando la patera en la que intentaba llegar a Canarias volcó frente a la costa de Bojador, en el Sáhara Occidental. Feisal no fue la única víctima. Aquella madrugada el Atlántico estaba intratable, y 31 personas murieron o desaparecieron antes de que los emigrantes clandestinos lograran cruzar el rompiente y alcanzar mar abierto.
Éste sería un drama más en la larga lista de tragedias que acumula la inmigración irregular hacia España. Pero dos razones lo convierten en excepcional. Una, la creciente llegada a Canarias de lanchas cargadas de cientos de jóvenes que aseguran ser saharauis perseguidos por la policía marroquí y solicitan asilo político. Dos, la carta enviada por el secretario general del Frente Polisario, Mohamed Abdelziz, al secretario general de la ONU, Kofi Annan, en la que solicita "una investigación internacional urgente" sobre el naufragio. En la misiva, Abdelaziz acusa a Marruecos de financiar las mafias de traficantes que estarían detrás del éxodo y de empujar a los muchachos partidarios de la independencia a abandonar el territorio. La denuncia también ha sido planteada en el Parlamento Europeo.
De este modo, el naufragio de una patera -en realidad, fueron dos barcas las que se hundieron aquella madrugada en a la costa de Bojador- se ha convertido en un asunto de política internacional. En torno a esas lanchas se libra la última batalla entre Marruecos, que ocupa la antigua colonia española del Sáhara Occidental desde hace 31 años, y el Frente Polisario, que exige desde entonces la celebración del referéndum de autodeterminación auspiciado por Naciones Unidas.
El pequeño Feisal, cuyo cuerpo es uno de los 14 que han sido recuperados, desempeña un papel clave en el enfrentamiento. Porque, según las autoridades marroquíes, el hijo de Sahra Burús es la única víctima nacida en el Sáhara Occidental. Los demás muertos son colonos llegados al territorio a partir de 1991, cuando Hassán II inyectó en él a decenas de miles de personas procedentes sobre todo de Gulimín y de Tarfaya, al sur de Marruecos, con el fin de diluir la identidad saharaui en vísperas de un referéndum que no llegó a realizarse. Incluso Sahra Burús, la madre de Feisal, certifica que ella nació en Mequínez y que llegó a El Aaiún en 1991, en uno de aquellos autobuses cargados de colonos.
Lo mismo atestiguan tres parientes más de otras tantas víctimas del naufragio. Ailal Mohamed Salem, que nació hace 57 años en la localidad marroquí de Assa, afirma que su difunto hijo Jamal vino al mundo en 1986 en la ciudad de Gulimín. Yahiar El Hafi, de 26 años, asegura que su hermano ahogado Ahmed nació también en Gulimín, hace 19 años. Y Bujaten Tufik, de 38 años, cuenta que su fallecido hermano Naji, de 36 años, también nació en Gulimín.
Nadie niega que las 14 víctimas del naufragio identificadas hasta ahora eran colonos procedentes de Marruecos. Hace 15 años, las autoridades de Rabat los invitaron a trasladarse al Sáhara para cumplir "una misión patriótica" y con la promesa de una vida mejor. Sin embargo, el Polisario reivindica los fallecidos como saharauis.
El caso de Naji Bujaten es especialmente significativo. Para subrayar su origen marroquí, su hermano afirma que el fallecido nunca se metió en política y que jamás fue detenido por la policía. Sin embargo, Brahim Dahane, presidente de una ONG saharaui afín al Polisario, declara en El Aaiún: "Eso es mentira. Naji se encargaba de fotografiar las manifestaciones independentistas y de hacer llegar al mundo el testimonio gráfico de la represión marroquí. Fue arrestado y torturado en varias ocasiones. Yo puedo asegurarlo personalmente".
Varias asociaciones de derechos humanos que trabajan en el Sáhara apoyan esta versión y aseguran que Naji fue fundador del Comité de Apoyo a la Autodeterminación y colaborador de la Asociación de Víctimas Saharauis, con cuyo presidente, Brahim Sabar, que actualmente cumple condena en la Cárcel Negra de El Aaiún, mantenía una estrecha amistad. Las mismas fuentes afirman que, en el último año y medio, fue detenido tres veces por sus actividades políticas.
Aunque el Polisario siempre rechazó la inclusión de personas como Naji en el censo de votantes para el referéndum de autodeterminación, ahora su postura ha cambiado. ¿Cómo se explica esta contradicción?
Las familias de todos los ahogados viven, puerta con puerta, en los campamentos de colonos de El Aaiún: arrabales de chabolas cuyos habitantes carecen de trabajo y de futuro. De las promesas de prosperidad que en su día les hizo Hassán II sólo quedan las ayudas sociales que les entrega el Gobierno de Rabat: raciones periódicas de aceite, harina, azúcar, té...
El descontento ha terminado por germinar entre los más jóvenes. Muchos de ellos son protagonistas de manifestaciones independentistas, se enfrentan a pedradas con las fuerzas de seguridad y frecuentan las mazmorras de la policía marroquí. Paralelamente a esa evolución, el discurso del Polisario ha transformado a los colonos que antes rechazaba en "saharauis de origen". El responsable de las "zonas ocupadas" en la organización independentista, Jalil Sidi Emhamed, declara que en la antigua colonia española viven hoy 250.000 personas "de origen saharaui", cuando hace 10 años sólo reconocía esa condición a las 40.000 cuyas familias fueron censadas por las autoridades coloniales españolas.
En su carta a Kofi Annan, el secretario general del Frente Polisario denuncia que Marruecos ha emprendido una "limpieza étnica" contra los saharauis: "Su política está encaminada a vaciar el Sáhara Occidental de sus habitantes, empujándoles a marcharse y a arriesgar sus vidas en un peligroso viaje a través del océano".
Las autoridades de la wilaya (delegación del Gobierno) de El Aaiún rebaten la denuncia de Mohamed Abdelaziz ante la ONU alegando que declararse saharaui es un mero truco de los inmigrantes para quedarse en España: "Mentir es una medida de supervivencia habitual entre los inmigrantes clandestinos. Tanto ellos como el Frente Polisario utilizan engaños para estafar a las autoridades españolas de asilo. Nosotros estamos en guerra permanente contra la emigración irregular. ¿Cómo puede alguien pensar que Marruecos va a obligar a sus hijos a emigrar? ¡Eso es algo que la más mínima razón rechaza!".
mailto: miturbides@yahoo.com
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