El maleficio de la reelección
Por Alejandro Almánzar
Lo mismo que el fantasma del fraude electoral, el tema de la reelección presidencial sigue siendo trastornador para la democracia y el sistema político nacional, a pesar de vivir en dicho sistema por más de 40 años.
En su última ponencia ante periodistas que cubren fuentes en el Palacio Nacional, el presidente Fernández arrojó un fardo de incógnitas acerca de sus intenciones continuistas, alegando que el pueblo tendrá la última palabra sobre el particular.
El pueblo no decide nada y por el contrario, usando los recursos del Estado, le imponen todo. El liderazgo peledeista tiene que mantener al jefe de Estado como su figura cimera y principal activo político.
Si el PLD no permite que se destaquen otros prospectos para gobernar el país, este partido se aboca a un futuro incierto, sólo con la satisfacción del actual mandatario, por haber competido con los caudillos más perversos que ha tenido la sociedad, quienes recurrieron a todo para mantener el poder.
Ese egocentrismo que se apodera de ellos, es culpable de la corrupción existente. Estas personas se aferran al poder y poco les importa la estabilidad política del país, pues a todo les sacan provecho, mientras el pueblo paga los platos rotos.
El PLD tiene que demostrar, que dentro de esa organización hay más hombres calificados para dirigir los destinos de la nación, si no, el país los colocara en la misma posición que tiene al PRD por sus desaciertos.
Ellos tienen suficiente reservas presidenciables para continuar la obra iniciada por Fernández en 1996 y reiniciada en 2004, muy bien valorada por amplios sectores.
Con el malsano propósito de seguir a caballo, un grupo de indisciplinados a lo interno del partido morado, ha estado promocionando a la esposa del presidente, bajo el slogan “con ella seguimos con él”, como si el PLD fuera la herencia que el profesor les dejara para saciar sus ambiciones.
Siguen pensando que la Constitución es un simple pedazo de papel, con el cual podemos ir al Altar de la Patria a reverenciar a nuestros forjadores y a la vez usarla para después de una necesidad fecal, con ella asearnos.
El país tiene que exigir respeto a la institucionalidad, pues es lo que nos garantiza el fortalecimiento como nación. El mayor peligro que nos asecha hoy es la intentona continuista de quienes se enseñorean en el poder y se niegan a soltarlo recurriendo a actos inicuos.
El maleficio de la reelección presidencial provocó la tiranía de Trujillo. Es responsable de tanta miseria en un país con potenciales para convertirse en potencia económica y sin embargo, sus ciudadanos se ven obligados a tomar yolas y salir del país a buscar mejor vida, sin importar el esfuerzo académicamente realizado.
Al PLD que le ponga un ¡alto! Al presidente y su grupo de ambiciosos que intentan destruir a ese partido, pues la historia les juzgara por su inconmensurable proceder.
alexalma0915@gmail.com
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