Por Alejandro Almánzar
En tiempo de la Colonia, nuestro territorio era azotado por piratas y corsarios, que surcaban el Mar Caribe en prácticas mafiosas al servicio de grandes potencias, sobresaliendo entre esos infaustos personajes, Francis Drake, un temible pirata ingles de la época, e indefectiblemente nuestro presente está asociado a ese pasado.
Quizás eso explica el por qué el Estado dominicano sufre una parálisis total con la llegada al poder de un nuevo grupo que gana las elecciones, impidiendo el desarrollo nacional.
Que obras iniciadas por un gobierno, el que viene las deje abandonadas, se ha convertido en un vicio estatal. Como ilustración, desde tiempos inmemoriales, la ciudad capital colapsa cuando cae una ligera llovizna, pero nadie se preocupa por solucionar esto, sin importar que ciudadanos hayan perdido la vida por esa causa.
Hay obras paralizadas desde Ulises Heureaux, 1882-1899 sin que los gobiernos subsiguientes les hayan dado seguimiento, o sea, no existe la continuidad de Estado. La República Dominicana pasa más tiempo a oscura que con energía eléctrica, mientras la gente paga caro un servicio que no recibe.
Finalizada la década de los 70s, el Macro y Micro tráfico de drogas se apoderó de esquinas, calles y avenidas, bajo la complicidad de autoridades. Nadie ignora que funcionarios civiles, militares y policías extorsionan a ciudadanos y a pesar de ser una práctica tan vieja, ninguna autoridad se ha propuesto terminar con este cáncer maldito.
Que fiscales cambian expedientes a delincuentes y criminales por altas sumas de dinero, eso también es tan viejo como el Alcázar de Colón y sabido por todos. Que jueces venden sentencias a poderosos, hasta la perra de mamá Belica lo sabe.
El robo de los recursos del Estado es algo que se produce con toda naturalidad y ya los políticos ni se inmutan cuando la gente los percibe como ladrones y mientras los hospitales carecen de aspirinas, curitas, hilo para suturar, suero y en fin, personas que entran a un cargo pobrecitos, salen de allí tutumpotes.
Todos los años el dengue hace estragos en el país, pero las autoridades de Salud Pública esperan que se reproduzcan muertes para salir a fumigar y a eliminar criaderos del mosquitos que lo genera, mientras los pobres van a la tumba, o sea, funcionarios que están en todo, menos en lo que deben estar.
El sistema de transporte público siempre ha estado en poder de desaprensivos, que someten a la sociedad a todo tipo de vejámenes, los dueños de las vías públicas, sin que un organismo oficial intente detener tantos atropellos; aumento del pasaje cuando les da la gana, acortamiento de rutas y otros.
Quienes escogimos como oficio el periodismo, quisiéramos poder usar los medios sólo para hablar de los planetas, sus órbitas, de las estrellas y sus constelaciones, así como de actividades sociales y farándula, pero hacerlo, sería renunciar a la responsabilidad que asumimos cuando optamos por “el mejor oficio del mundo”.
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