La operación se gestó en pleno boom en Manhattan, hace cuatro años, por un valor de 5.400 millones de dólares (4.200 millones de euros). La extensión del doble complejo, construido en 1947 para acoger a los veteranos de la II Guerra Mundial, es una décima parte de la de Central Park. Ahora, es el símbolo del colapso.
La pasada Navidad se vivió una situación delicada, a la que se encontró un arreglo temporal. Pero el drama que rodea a esta polémica operación se complica. La sección local de The Wall Street Journal informa de que Bank of America y US Bancorp ya han dado el paso para recuperar 3.000 millones que se les deben.
La subasta está fijada para el 4 de octubre, según el rotativo. El inversor William Ackman intenta evitar el desahucio, porque perdería cientos de millones. Pero la suerte está ahora en manos del Tribunal Supremo de Nueva York, que antes del 30 de septiembre debe emitir su opinión.
Hay mucho en juego. Primero, porque este doble complejo de 11.250 apartamentos en alquiler está ocupado por 25.000 familias de clase media, el 75% con precio protegido (unos 1.400 dólares al mes, mucho menos que lo habitual en la zona). Segundo, porque su localización le convierte en una de las propiedades inmobiliarias más valiosas de la ciudad. Y tercero, por los inversores que compraron deuda vinculada a esas propiedades.
Tishman Speyer Properties, que junto al fondo BlackRock compró los 110 bloques de edificios a la aseguradora MetLife, no puede atender sus obligaciones. Una situación que es el espejo de cientos de batallas similares que afloraron en EE UU por el colapso inmobiliario.
Los inversores que adquirieron deuda en operaciones altamente apalancadas como esta (con la esperanza de poder subir los alquileres, lo que no han conseguido), reclaman ahora tener control sobre las hipotecas. Los residentes fueron completamente ignorados desde el inicio, pero ahora son usados como parapeto para evitar que los primeros 56 bloques sean desahuciados.
Entre los que juegan a esa estrategia están los fondos CW Capital y Pershing Square Capital. Dicen ahora que se debe encontrar un arreglo justo que permita preservar una vivienda asequible en la ciudad y que permita que los inquilinos puedan adquirirlas.
La otra opción que se baraja es que los propietarios declaren el complejo en bancarrota, para reestructurar la deuda. Pero eso requiere antes de un pacto con los bancos acreedores, una posibilidad que ya se contempló en Navidad para evitar el desahucio.
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