miércoles, octubre 18, 2006

Ortega puntero en las encuestas; dice a la tercera es la vencida

El color rosa predomina tanto en sus carteles proselitistas como en el atuendo de sus ex colegas guerrilleros. Una vez más Daniel Ortega promueve una campaña pacífica para tranquilizar a quienes temen el retorno de los revolucionarios que combatieron a los rebeldes apoyados por Estados Unidos.

Daniel Ortega ha fallado dos veces en sus intentos por retomar el poder después que terminó una guerra civil en Nicaragua en 1990. Pero esta vez podría ser distinto.

Ortega tiene posibilidades de reconquistar la presidencia el 5 de noviembre, más de dos décadas después que Washington gastó millones de dólares en los rebeldes (los "contras") para tratar de derrocar su gobierno socialista sandinista respaldado por la Unión Soviética y Cuba durante la Guerra Fría.

El ícono revolucionario, de 61 años, es el favorito en parte porque han surgido muchos competidores, incluyendo sandinistas disidentes cansados del eterno candidato a presidente.

Las encuestas indican que Ortega encabeza las preferencias en las encuestas de opinión entre los cinco candidatos con un apoyo del 30%, y gracias a una modificación constitucional promovida por los sandinistas en el Congreso sólo necesita el 35% de los votos para ganar en la primera rueda electoral. También debería tener una ventaja de 5 puntos sobre su rival más próximo. Antes, se requería un 40% para evitar una segunda vuelta.

Funcionarios estadounidenses dicen que Ortega representa el pasado oscuro del país y que su victoria le costaría ayuda internacional.

Washington teme que Ortega se alinee con el adversario más encarnizado de la Casa Blanca en Latinoamérica: el presidente venezolano Hugo Chávez.

Ortega está haciendo todo lo posible para convencer a los nicaragüenses de que no representa un peligro para el país, donde surfistas y retirados estadounidenses están comprando propiedades frente al mar.

Incluso ha nombrado al ex líder rebelde Jaime Morales como su candidato vicepresidencial. Ortega se instaló en la residencia de Morales durante la revolución después que los sandinistas se apoderaron de ella, pero Ortega recientemente le pagó una cantidad no especificada. Ahora Managua está cubierta de sus carteles con bordes rosados que promueven reconciliación y unidad.

"Si podemos gobernar en tiempos de guerra, imaginen qué podemos hacer en tiempos de paz", dijo Ortega en un acto en Managua. "Estamos comprometidos al desarrollo de este país".

Pero muchos no parecen convencidos.

"Ortega va a traer conflictos, bloqueos, hambre", pronosticó José Castillo, un instructor de artes marciales. "Nicaragua está llena de heridas".

La guerra con los rebeldes dejó un tendal de 50.000 muertos hasta que Ortega accedió a permitir elecciones en 1990. En ellas, perdió ante Violeta Chamorro, respaldada por Estados Unidos.

El rival más próximo, Eduardo Montealegre, cuenta con los recuerdos de guerra de los nicaragüenses para ganar las elecciones. Montealegre es candidato de la Alianza Liberal Nicaragüense, un desprendimiento del Partido Liberal Constitucionalista del ex presidente Arnoldo Alemán.

El banquero educado en Harvard advierte que Ortega difundiría las políticas populistas de Chávez en la región para "poner fin a los progresos que han logrado la democracia y las inversiones extranjeras".

Ortega replica que es un hombre nuevo. Católico devoto, ahora se opone al aborto y está dispuesto a negociar con el Fondo Monetario Internacional, al que en el pasado acusó de perpetuar un "capitalismo salvaje". También asegura que su gobierno mantendrá relaciones con Estados Unidos.

Una tarde reciente, Ortega _quien en 1979 entró en Managua encaramado en un tanque después que los sandinistas derrocaron al dictador Anastasio Somoza_ recorrió los vecindarios más pobres de la capital en una camioneta Mercedes.

Desde el vehículo saludó a la gente que salía de sus chozas al grito de "¡Daniel!" Niños descalzos, hombres tatuados y ancianas se abrieron paso por las aguas residuales y basura acumulada mientras los altavoces de la caravana de vehículos promovían su campaña con el fondo de una canción pacifista de John Lennon.

Entre el público estaba Ache Magaña, de 22 años, en una silla de ruedas empujada por un amigo detrás del Mercedes de Ortega.

"El es el único que está preocupado por los pobres", comentó.

Algunos ex líderes sandinistas no están de acuerdo.

Todas las semanas, Carlos Mejía Godoy entona sus baladas revolucionarias en su bar en Managua, pero no tiene palabras elogiosas para Ortega.

"Daniel Ortega está aliado con las fuerzas más oscuras del país", opinó Mejía Godoy, de 63 años, cuyas canciones fueron el alma de la revolución sandinista y siguen entonándose en la campaña de Ortega. "Ya no puede hacer mucho por el pueblo de Nicaragua. Para él, el poder es todo".

Mejía Godoy, ex legislador sandinista, es el candidato vicepresidencial de Edmundo "Mundo" Jarquín, un economista respaldado por Estados Unidos que se presenta en una boleta sandinista disidente.

Ortega perdió apoyo después de formar supuestamente un pacto para compartir el poder con Alemán, cuyo Partido Liberal y los sandinistas controlan el Congreso. Alemán cumple arresto domiciliario después de haber sido condenado por corrupción durante su presidencia de 1997-2002, y Washington se ha opuesto abiertamente al candidato de su partido, José Rizo, un vicepresidente.

La literatura de la campaña de Jarquín, yerno de la ex presidenta Chamorro, muestra una fotografía de Ortega y Alemán sentados juntos. Estos dos niegan haber formado un pacto.

Edén Pastora, el legendario combatiente sandinista conocido como Comandante Cero que también es candidato, admite que será difícil vencer a Ortega, y compara los abundantes carteles de éste con los mensajes subliminares de la propaganda encubierta.

Dijo que Ortega se beneficia con el respaldo de los líderes izquierdistas en el mundo como Chávez, cuyo gobierno despachó partidas a bajo costo de diesel y petróleo para aliviar los constantes apagones en Nicaragua.

Venezuela dijo inicialmente que las partidas eran para las ciudades administradas por los sandinistas, pero retiró esa condición después que el partido gobernante nicaragüense la acusó de tratar de promover a Ortega.

Las constantes críticas del embajador estadounidense Paul Trivelli a Ortega, agregó Pastora, también están ayudando al líder sandinista en un país suspicaz de toda intromisión por parte de extranjeros.

"Pasó un tiempo en que parecía que el embajador de los Estados Unidos era el jefe de campaña de Ortega", bromeó.

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