Por Alejandro Almánzar
Ley, es la regla o norma establecida por una autoridad que prohíbe o regula cosas, proviene del latín (lex). Justicia, es aquello que debe hacer según el derecho, la razón y la equidad, de acuerdo a la Real Academia de la Lengua.
¿Qué pasa en una sociedad sin ley? ¿Qué sucede cuando no se aplica una buena justicia? ¿Resulta viable una nación cuando se ha perdido la paz social? ¿Donde la inseguridad se ha apoderado de civiles y militares?
Todo esto nos conduce a un solo destino, al caos y eso precisamente es lo que impera en nuestro país. La ley es dura, pero debe ser la ley, y fíjense, que con el permiso de los franceses, digo “debe ser” porque más que dura, la misma está supuesto a proceder con la rigurosidad de las actuaciones de sus infractores.
Los lectores habrán visto que en cada tribunal, por lo regular, a la espalda del juez, aparece una figura que simboliza la Justicia, una diosa con su rostro tapado y no crean que oculta su virginidad con este manto sagrado, mas bien, lo que deja implícito es, que ella como tal, debe ser aplicada a todos por igual.
Esta tiene como misión, reprochar y hacer pagar a los infractores por sus bochornos a la sociedad, pero ¿dónde está el meollo de este asunto? bueno, que ahora no sabemos si en República Dominicana hay ley y justicia, o si por el contrario, lo que no hay es quién la aplique con la rigurosidad que demandan los hechos de los delincuentes, para resguardar la integridad física y moral de los ciudadanos, como manda la Constitución.
Aquí tan sólo prevalece la ley del gatillo, llegando al extremo de que ya muchos se dedican a vivir del derramamiento de sangre, como si fuera un oficio cualquiera y la propia Policía, que está llamada a preservar la vida de los habitantes, desaprensivos usan sus armas para matar a indefensos por no obtemperar a una orden de detenerse.
O sea, que tenemos una justicia, ciega para unos y con vista 20-20 para otros. Que la ley tiene sus violadores preferidos para ser juzgados, sin importar sus afrentas. Por lo que volvemos a preguntar ¿Cómo le justificaremos al mundo que somos incapaces de imponer el orden en 48 mil quinientos kilómetros cuadrados?
¿Que en este pequeño espacio encuentran refugio fugitivos internacionales, que cometen crímenes atroces, robos al Erario público y cuantas fechorías más? ¿Nos tendrán que poner bajo lupa las grandes naciones, hoy cuando el terrorismo es una fuerte amenaza?
¿Realmente, qué tiene que pasar en la tierra de Duarte, para que las autoridades tomen el control del Estado y pongan a los delincuentes en su lugar? Ahora que la Constitución contempla el mandato revocatorio y el plebiscito, los ciudadanos deben hacer uso de esas prerrogativas y exigir que la ley y la justicia funcionen.
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