viernes, noviembre 10, 2006

El nuevo Ortega

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MANAGUA.-- Nada le queda de guerrillero y menos de marxista. El nuevo Daniel Ortega, próximo presidente de Nicaragua, ha cambiado el uniforme olivo por una impoluta camisa blanca cuello chino y su antiguo mensaje anti yankee y militarista lo remplaza ahora con un deseo bíblico: reconciliación.La victoria de Ortega ha sido como una catarsis nacional.

Para el 38% que lo han votado, porque están seguros de que su vida va a cambiar a partir del 10 de enero próximo, cuando su 'mesías' asuma el poder.Para los que están en contra, el 60% restante, porque todavía tienen frescos los recuerdos del desastre que fueron sus años pasados en el gobierno (1979-90) y la guerra civil de los 80, azuzada por Estados Unidos para derrocarlo.

A punto de cumplir 61 años este sábado, el nuevo Ortega, un adicto al trabajo, habla de amor a Dios y al prójimo, de reconciliación, de la revolución "espiritual y solidaria", del libre mercado, de erradicar la pobreza que afecta a cerca del 70% de los 5,4 millones de nicaragüenses y el desempleo y subempleo de la mitad.

El 'Ortega paz y amor' del siglo XXI ha querido dar en la campaña electoral una visión 'rosa' del 'danielismo' en que se ha quedado reducido el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tras las depuraciones internas y las deserciones.

Pero como un presagio, el color rosa chicle de su campaña no ha logrado imponerse entre la vieja militancia curtida en el rojo y el negro del sandinismo, como lo demuestran los miles de jóvenes que desde el domingo por la noche celebraron a la grupa de vehículos su regreso, tras el fracaso de los gobiernos liberales en estos 16 años en atender sus necesidades más elementales: salud, educación y trabajo.

Pero mucho ha llovido desde que hace 16 años las mismas urnas que lo eligieron el domingo lo echaron del poder, para alivio de Estados Unidos, prefiriendo a Violeta Chamorro.Su amistad con Hugo Chávez o Fidel Castro no le han impedido acceder a lo que en Managua se denomina 'burguesía sandinista', un eufemismo para definir a los nuevos ricos revolucionarios.O reconciliarse con la poderosa Iglesia católica y con su cara más visible en Nicaragua: el cardenal Miguel Obando, que tras convertirse en su verdugo en elecciones pasadas, hace unos meses fue el oficiante de la ceremonia de matrimonio de Ortega y la 'compañera' Rosario Murillo, después de una vida en común y ocho hijos.¿El cambio es real o se trata de un lobo con piel de cordero? Estados Unidos, que no logró derrocarlo por las armas en la década de 1980 a través de la Contra, no ha escatimado esfuerzos para impedir su victoria.

La administración George W. Bush, en aprietos en Irak y perdiendo terreno en casa frente a la marea demócrata, también ha sufrido otra derrota regional frente al 'petrosocialismo' que el presidente venezolano Hugo Chávez intenta propagar por la región.Sola, después de que la Unión Europea o las decenas de organizaciones concluyeran que la victoria de Ortega ha sido limpia, la Casa Blanca, fuertemente criticada por las injerencias no disimuladas en este país que una vez tuvo un presidente estadounidense, ha condicionado su ayuda al compromiso del ex marxista con "el futuro democrático".

En sus primeras declaraciones públicas después de su victoria, el presidente electo ha prometido que "no habrá cambios dramáticos" en el rumbo económico del país y ha pedido al resto de los partidos políticos que hagan gala de un "espíritu constructivo" para resolver los problemas de los nicaragüenses.Uno de sus primeros encuentros ha sido con los inversores extranjeros, a los que les ha asegurado que las puertas de Nicaragua están abiertas.Tras la metamorfosis, a Ortega no le queda otra que cumplir las promesas para ser creíble.


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