miércoles, febrero 07, 2007

Los ayatolás piden prudencia al presidente Ahmadineyad

Las élites iraníes empiezan a criticar la gestión económica y diplomática de Ahmadineyad

Jatamí pide calma. Rafsanyani, que se hable con más prudencia. Y un periódico cercano al líder supremo contradice al presidente. Son síntomas del creciente malestar de las élites gobernantes iraníes con el rumbo que el presidente Mahmud Ahmadineyad ha dado al país. Ya no son sólo los intelectuales, los hombres de negocios o los reformistas quienes critican el coste del desafío nuclear. La presión exterior agrava una economía enferma y sin visos de sanar. Ahora bien, si de las amenazas se llega a pasar a los hechos, los iraníes pueden reaccionar uniéndose. Y Ahmadineyad está cultivando el orgullo

"En el año y medio que lleva al frente del Gobierno, no sólo ha empeorado la economía, sino que ha arruinado el trabajo diplomático de Jatamí y nos ha metido en el embrollo del Consejo de Seguridad", confía un alto funcionario a la espera de tiempos mejores. Son numerosos los políticos, clérigos y ex funcionarios moderados que responsabilizan de su aislamiento internacional a la retórica desafiante de Ahmadineyad. En su opinión, esa actitud ha contribuido a que las grandes potencias aprobaran la última resolución de la ONU, que impone sanciones a Irán si no renuncia a su programa nuclear antes del próximo día 21.

Y es precisamente el riesgo de que esas amenazas se concreten lo que está alimentando las advertencias de sus rivales políticos. "Necesitamos tener una visión a más largo plazo y hablar con mayor prudencia", manifestó durante un reciente sermón el influyente Alí Akbar Hachemí Rafsanyani, en clara crítica a las provocadoras declaraciones de Ahmadineyad. También Jatamí ha hecho un llamamiento a la calma durante el reciente foro de Davos. "Necesitamos paciencia y entendimiento, no actuar de forma impulsiva", afirmó el ex presidente bajo cuyo mandato Irán aplicó una moratoria en el enriquecimiento de uranio.

Pero las diferencias no acaban ahí. Da la impresión de que incluso la más alta instancia de la República Islámica, el ayatolá Alí Jamenei, empieza a estar preocupado por el curso de los acontecimientos. Aunque resulta difícil saber cuál es su postura, un periódico considerado cercano al líder supremo, Jumhuri Eslami, ha acusado al presidente de "utilizar la cuestión nuclear para distraer a la opinión pública del fracaso de sus políticas". El mismo diario también ha criticado que tachara de "papel mojado" la resolución de la ONU y advertido de que las sanciones dañarán a Irán.

Otro signo de malestar se ha visto en el Parlamento, mayoritariamente conservador. A mediados de enero, 150 de los 290 diputados, incluidos algunos aliados del propio Ahmadineyad, firmaron una carta criticando la política económica del Gobierno, por no lograr frenar ni el paro ni la inflación. Parte de ellos ha llegado a proponer una moción de censura. Aunque parece improbable que logren quórum, da una idea del estado de ánimo de la Cámara y de las dificultades que aguardan al presidente en el debate del nuevo presupuesto la semana próxima.

"Ha ido en contra del establishment político, sin invitar a nadie a participar, ni siquiera a los conservadores. No hay representantes de ninguna facción que no sea la suya en el Gobierno ni en cargos políticos", explicaba el politólogo Naser Hadian a esta corresponsal durante la última campaña electoral.

Hasta los clérigos de Qom, el centro espiritual del país, han dejado filtrar su disgusto con el presidente. Para los observadores, no pasó inadvertida la ausencia de Ahmadineyad el pasado 9 de enero en las ceremonias que recuerdan la revuelta de esa ciudad en 1978. Según algunos diarios locales, las diferencias son de carácter "moral y cultural". Se refieren a su presencia en la inauguración de los Juegos Asiáticos en Doha (donde habría presenciado bailes en los que participaban mujeres) o la carta que escribió a Benedicto XVI. Pero el ayatolá Alí Montazeri, que fuera delfín de Jomeini, también ha criticado "los extremismos que no sirven a los intereses del pueblo". "Algo está ocurriendo", afirma un financiero del sector privado, a quien, más allá de la política, le preocupa la mala gestión del país. "Parece que la presión está teniendo efecto en las élites gobernantes porque ahora todo el mundo le critica", añade.

Sin embargo, debe evitarse concluir que aumentando la presión se producirá el cambio político que a los países occidentales, y a muchos iraníes, les gustaría ver. En numerosas conversaciones privadas mantenidas con iraníes educados de clase media que se muestran críticos con el régimen clerical, surge la advertencia de que un eventual ataque militar estadounidense reforzaría a la línea dura que hoy por hoy controla el Gobierno. "Somos muy orgullosos y nacionalistas", justifican dando a entender que incluso los más reformistas harían piña en torno a sus gobernantes.

"Washington se equivocaría si llegara a la conclusión de que su postura más agresiva contra Irán en Irak y el incremento de su fuerza naval en el Golfo, no digamos ya una intervención militar directa, produciría grietas en el régimen", advierte el International Crisis Group en un informe publicado ayer. "Una escalada militar pospondría el cambio interno, reforzaría a los sectores más radicales y desataría una respuesta iraní que podría escapar a todo control", concluye el grupo de análisis.

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