El dinero se consigue apadrinando un niño a través de Adasec
M. ELENA MELLADO
M. ELENA MELLADO
Por sólo 130 euros al año, unos 120 pacenses mantienen un comedor infantil en el barrio de Santa Rosa, en la localidad de Baní en República Dominicana. Cada una de estas personas tiene apadrinado a un niño a través de la ONG Adasec con cuyo dinero se proporciona a los pequeños comida, atención sanitaria y educación en este comedor. La labor se ejerce en un Cedas (Centro de Desarrollo y Asistencia Social) construído con financiación de la Junta de Extremadura, pero que se mantiene con la ayuda de estos pacenses.
Allí se les da una comida completa que forma parte de un menú elaborado por un nutricionista especialmente para niños menores de edad. También son vacunados y reciben el cuidado médico que de otra manera no tendrían, así como formación. «El comedor está en un barrio muy pobre de chabolas que no tiene ni agua ni electricidad, por lo que la comida que hacen aquí es, a veces, la única que toman en todo el día», explica Conchita Montes, coordinadora de apadrinamientos de Adasec en Extremadura.
Es una labor que afecta a toda la comunidad. «En un congreso se llegó a la conclusión de que los Cedas repercutían en más de 3.000 personas aparte de los niños que van a comer», concretaba Montes. Adasec tiene Cedas en otros lugares de República Dominicana e incluso de otros países de Sudamérica, en parte también sacados adelante con las aportaciones de extremeños.
Al alimento y la sanidad, esta asociación suma clases de peluquería, costura e informática. Las primeras más enfocada para las madres de los niños y la segunda para que los pequeños se familiaricen con las nuevas tecnologías y puedan sacarle partido en un futuro. También reciben formación musical y artística.
A cambio de la ayuda económica, los pacenses reciben periódicamente fotos y cartas en las que los chavales le cuentan cómo les va gracias a ellos. Cuando alcanzan la mayoría de edad los chicos oficialmente dejan de tener el sustento de los padrinos, pero hay quien incluso ha ayudado a los jóvenes a sacarse estudios universitarios, impulsándoles a tener un futuro mejor.
Una de las solidarias es Antonia Jaén, que tiene una niña de 7 años amadrinada con la organización Adasec desde hace cinco años. «Es una satisfacción enorme poder dar posibilidades a un niño que no las tiene». Más para ella, que sin poder tener familia decidió mantener de esta manera a pequeños que no tienen ni para comer y por eso, María de 7 años, es el segundo apadrinado que tiene.
Allí se les da una comida completa que forma parte de un menú elaborado por un nutricionista especialmente para niños menores de edad. También son vacunados y reciben el cuidado médico que de otra manera no tendrían, así como formación. «El comedor está en un barrio muy pobre de chabolas que no tiene ni agua ni electricidad, por lo que la comida que hacen aquí es, a veces, la única que toman en todo el día», explica Conchita Montes, coordinadora de apadrinamientos de Adasec en Extremadura.
Es una labor que afecta a toda la comunidad. «En un congreso se llegó a la conclusión de que los Cedas repercutían en más de 3.000 personas aparte de los niños que van a comer», concretaba Montes. Adasec tiene Cedas en otros lugares de República Dominicana e incluso de otros países de Sudamérica, en parte también sacados adelante con las aportaciones de extremeños.
Al alimento y la sanidad, esta asociación suma clases de peluquería, costura e informática. Las primeras más enfocada para las madres de los niños y la segunda para que los pequeños se familiaricen con las nuevas tecnologías y puedan sacarle partido en un futuro. También reciben formación musical y artística.
A cambio de la ayuda económica, los pacenses reciben periódicamente fotos y cartas en las que los chavales le cuentan cómo les va gracias a ellos. Cuando alcanzan la mayoría de edad los chicos oficialmente dejan de tener el sustento de los padrinos, pero hay quien incluso ha ayudado a los jóvenes a sacarse estudios universitarios, impulsándoles a tener un futuro mejor.
Una de las solidarias es Antonia Jaén, que tiene una niña de 7 años amadrinada con la organización Adasec desde hace cinco años. «Es una satisfacción enorme poder dar posibilidades a un niño que no las tiene». Más para ella, que sin poder tener familia decidió mantener de esta manera a pequeños que no tienen ni para comer y por eso, María de 7 años, es el segundo apadrinado que tiene.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario