Para la comunidad Bukusu, en el distrito de Bungoma, la circuncisión masculina es una etapa fundamental en el ingreso de los niños a la madurez, y la práctica es parte de la tradición local desde el siglo XIX. Pero hay preocupación en las autoridades por las condiciones higiénicas en que se lleva a cabo. Según el jefe del Programa Nacional para el Control del Sida y las Enfermedades de Transmisión Sexual, Nicholas Muraguri, la comunidad Bukusu planea circuncidar este año unos 20.000 niños y adolescentes en ceremonias sin la asistencia de personal de salud capacitado y sin equipos propiamente esterilizados.
Muraguri señaló que, de acuerdo con las estadísticas, 40 por ciento de los niños sometidos a esta práctica sufren complicaciones de salud, algunas de las cuales pueden poner en riesgo su vida.
Bukusu es apenas una de las muchas comunidades que realizan esta práctica tradicional en la Provincia Occidental.
Si bien la circuncisión masculina voluntaria es una estrategia útil para la prevención del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), la forma en que se realiza tradicionalmente en Kenia revierte los potenciales beneficios, alertó Muraguri.
Muchas veces, el mismo cuchillo es empleado para circuncidar a varios adolescentes, y algunos de estos son instados a practicar relaciones sexuales poco después de haber sido sometidos a la operación.
David Alnwick, consejero sobre Sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) en el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, reconoció que la agencia ha promovido la circuncisión masculina entre las comunidades para prevenir contagios.
Sin embargo, lo que se estimula es que sean los padres quienes la soliciten apenas nacen sus hijos. Cuando se lleva a cabo a neonatos y en establecimientos médicos, es raro que ocurran complicaciones, indicó.
Pero cuando la circuncisión es realizada por personas sin capacitación, sin condiciones higiénicas básicas y sin que se haga un seguimiento de la salud del niño o adolescente, la tasa de complicaciones llega a ser alta y se pueden producir muertes.
Son frecuentes en estos casos los sangrados severos, las infecciones bacteriales y las gangrenas que derivan en la mutilación del pene. Muraguri dijo que hay preocupación por la seguridad del procedimiento.
Dennis Kuloba es uno de los que realiza esta práctica tradicional en la comunidad de Bukusu. Para él es simple. Un hombre incircunciso no es realmente un hombre.
"Los hombres no circuncidados no son respetados en la comunidad y no se les permite comer en la misma mesa con sus pares circuncidados", explicó.
Pero el pasaje a la hombría tiene un precio alto. La comunidad de Bukusu no cuenta con personal médico ni con equipos adecuados para hacer el procedimiento. Quienes llevan a cabo la circuncisión adquieren el oficio como aprendices y utilizan un cuchillo de doble filo llamado "lutembe".
Kuloba dijo que emplea una mezcla especial de arcilla y cenizas para esterilizar el lutembe. Los niños no reciben anestesia y en cambio se espera que sean valientes y no muestren ninguna señal de dolor mientras él les extrae su prepucio.
Kuloba asegura usar un cuchillo diferente con cada niño para impedir una infección de VIH. Según él, los que buscan sus servicios son impulsados por una necesidad de identidad con las creencias de su comunidad y de ser aceptados por la sociedad.
Muraguri y su equipo intentan encontrar la forma de que esos jóvenes mantengan sus prácticas culturales sin poner en riesgo la vida.
"Si bien respetamos el aspecto cultural del procedimiento, no podemos garantizar la seguridad cuando se realiza por la vía tradicional, y lo que promovemos es una circuncisión realizada en instalaciones de salud", señaló.
El gobierno ofrece la operación a un precio drásticamente reducido en instalaciones sanitarias de la Provincia Occidental. En Kenia, el costo de la circuncisión en una instalación médica varía de seis a 12 dólares. Este costo es prohibitivo para muchos padres en áreas rurales que están desempleados e intentan ganarse la vida vendiendo lo que plantan.
"Ofrecemos un precio reducido de 200 chelines kenianos (2,50 dólares) en los distritos de Bungoma y Kakamega durante el periodo de circuncisiones. Para los que viven en áreas más remotas, instalamos campamentos médicos en los que el procedimiento no tiene costo", informó Muraguri.
Añadió que él y su equipo han tenido éxito en persuadir a varios padres de que es más seguro para sus hijos circuncidarlos por profesionales médicos en un ambiente estéril.
Alnwick espera que pronto se desaliente por completo la circuncisión tradicional. "Aunque reconocemos que es parte de la tradición e importante en ese sentido, algunos de los que la practican hacen un mal trabajo y terminan en casos de infecciones y a veces en la muerte", señaló.
Pero Muraguri es optimista. Trabajar con las comunidades durante los periodos de circuncisión le da la oportunidad perfecta para acceder a niños y adolescentes y aconsejarles sobre su salud reproductiva y temas de género.
Fuente: ipsnoticias.net
Susan Anyangu-Amu
Iturbidesnoticias |
Consultar este grupo |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario