miércoles, octubre 11, 2006

Ecuador a golpe de Correa

Rafael Correa esgrime un cinturón en un acto electoral en Quito.
Rafael Correa esgrime un cinturón en un acto electoral en Quito

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Desde radios y televisiones suena el restallido de un cinturón mientras una voz invita a los votantes: "Dales Correa". Y al final, el mensaje más sencillo es el más efectivo. La correa no es otra que el apellido del favorito en las elecciones presidenciales del próximo domingo en Ecuador, mientras que los destinatarios de los cinturonazos son los políticos tradicionales, a los que el candidato de Alianza País acusa de haber llevado al país al borde del abismo. Todo apunta a que los ecuatorianos volverán a decantarse el próximo domingo por un candidato antisistema, Rafael Correa, al que sus rivales acusan de ser otro Hugo Chávez, algo que él niega con insistencia. A Correa le basta con superar el 40% de los votos y sacar 10 puntos a sus oponentes para salir elegido en primera vuelta.

Formado en Estados Unidos y Bélgica, Correa ha elegido el color verde como distintivo de su candidatura y se adorna con una corbata de ese color. Y también ha elegido un enemigo identificable por quienes le escuchan: lo que denomina "la partidocracia". Su candidatura es apoyada por amplios sectores sociales que provocaron el derrocamiento, en abril de 2005, del presidente Lucio Gutiérrez, y quieren un giro en la política económica de un país que no acaba de despegar y continúa forzando a emigrar a miles de ciudadanos.

Claro que Correa ha sido ministro de esa misma partidocracia, concretamente ocupó la cartera de Economía pocas horas después de que Gutiérrez abandonara en helicóptero el Palacio Presidencial, y en ese puesto permaneció cuatro meses a las órdenes del presidente actual, Alfredo Palacio. La cosa acabó muy mal, pero le sirvió a Correa para darse a conocer y para mostrar a un país que ha derrocado a los tres últimos presidentes electos que él no está dispuesto a contemporizar con tal de permanecer en el poder. Los sectores empresariales respiraron aliviados cuando Correa fue apartado del cargo.

La solución para Ecuador que propone el líder de Alianza País, de 43 años, es simple. Si la democracia se está agotando en Ecuador -se prevé unos altos índices de abstención pese a que el voto es obligatorio-, si la clase política está desprestigiada y si el ciudadano no observa mejora alguna en sus condiciones de vida es porque las reglas del juego no funcionan. Y así, al igual que Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, o el derrotado Ollanta Humala en Perú, el eje de su programa gira en torno a la elaboración de una nueva Constitución, algo que se presenta complicado, ya que, según la ley vigente, este proceso no puede ser pilotado por el jefe del Estado, sino por el Congreso, que merced a una compleja ley electoral quedará muy fragmentado.

Pero si algo ha caracterizado a la clase política ecuatoriana de los últimos años es su capacidad de saltarse las reglas establecidas para salir de situaciones complicadas. El actual presidente fue investido hace año y medio, durante una revuelta popular y en un edificio de convenciones por un grupo de parlamentarios que se autoconstituyeron en Congreso legítimo. Antes, en febrero de 1997, el entonces presidente Abdalá Bucaram fue declarado fuera de sus cabales y apartado de la presidencia, y en enero de 2000, Jamil Mahuad fue depuesto mediante un golpe indígena-militar comandado por Lucio Gutiérrez, quien a su vez fue elegido presidente en noviembre de 2002.

"Soy un humanista, cristiano de izquierdas", insiste Correa a la vez que explica que su programa se basa en las cinco revoluciones: constitucional, ética, económica (se opone a los intentos del presidente Palacio de firmar un Tratado de Libre Comercio con EE UU), educativa y de integración latinoamericana. Y es en este último punto donde levanta más recelos entre sus oponentes y sus vecinos. A pesar de declararse desvinculado del movimiento bolivariano del presidente venezolano, Correa mantiene una estrecha amistad con Chávez, quien le ha invitado a casa de sus padres en el Estado venezolano de Barina.

El colombiano Álvaro Uribe es uno de los presidentes más preocupados ante la eventual llegada de Correa a la jefatura del Estado en Ecuador. Su negativa a considerar como un movimiento terrorista a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no ha sentado nada bien en Bogotá, con quien Ecuador comparte 586 kilómetros de frontera.


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