domingo, octubre 01, 2006

Político, profesional e insípido

Geraldo Alckmin.



Hay veces que el mayor obstáculo para la consecución de los proyectos personales no está en los rivales, sino en los teóricos aliados; y Geraldo Alckmin es una prueba de ello. Su rostro figura en los carteles que piden el voto a la presidencia de Brasil para el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), a pesar de que la cúpula del partido no le quería en ese puesto.

Y si su nombre está impreso hoy en decenas de millones de papeletas repartidas en los colegios de votación de todo el país, es porque este hombre poco amigo del enfrentamiento -y al que apodaban el petit chu-chu, un vegetal sin sabor- hizo algo que sus compañeros no esperaban: cruzarse de brazos y negarse a aceptar otro candidato presidencial que no fuera él mismo, fueran cuales fueran las consecuencias. El PSDB cedió ante el órdago.

Alckim es un hombre que vive por y para la política; y de hecho para él la presidencia de Brasil es el siguiente paso natural en una larguísima carrera que comenzó, cuando, con apenas 19 años, fue elegido concejal en su ciudad natal, Pindamonhangaba, en el Estado de São Paulo, donde nació el 7 de noviembre de 1952. Metódico, trabajador, calculador y con fama de soso, Alckim se encontró a comienzos de este año con que el PSDB, partido que él mismo había ayudado a fundar, se disponía a dejarle en la cuneta para lanzar a la presidencia al favorito del aparato, José Serra, un político mucho más ágil y mediático.

Alckmin es un buen contador de historias en privado y, de hecho, al natural sus facciones no son tan rígidas como las que aparecen en la propaganda electoral, pero en público tiende a envararse. Este anestesiólogo no ha tenido más remedio que aplicarse una reanimación, contar chistes sobre sí mismo y afilar el colmillo contra el rival.

Y es que aunque él no lo reconozca, ha planeado su vida para ser presidente, o al menos intentarlo. Todavía no había finalizado los estudios de medicina, que acabaría, cuando fue elegido en 1976 alcalde de Pindamonhangaba. Luego siguió subiendo peldaños: diputado estatal en 1982, y federal en 1986, formó parte del grupo que fundó el PSDB, cuyos miembros son hoy conocidos como los tucanes, por el símbolo que adoptó la formación política.

En 1994 ya era vicegobernador de São Paulo. Pero la ascensión se vio frenada cuando, en 2000 y por apenas 7.000 votos de diferencia, fue derrotado en las elecciones a alcalde de la megalópolis brasileña.

Casado, padre de tres hijos, Alckim temió ver entonces su carrera estancada, pero la muerte del gobernador Mario Covas, le hizo asumir la función de gobernador del poderoso Estado paulista. Su gestión obtuvo el respaldo del 70% de la población y de hecho ha dejado colocado a José Serra como favorito en las elecciones a gobernador que también se celebran hoy.
De ahí a la presidencia sólo hay un paso. Un paso que depende de 125 millones de votantes.
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