domingo, marzo 25, 2007

La batalla entre el Congreso de EEUU y Bush se encarniza

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WASHINGTON.- La batalla frontal entre el Congreso demócrata y el presidente estadounidense, el republicano George W. Bush, se muestra cada vez más encarnizada, con enfrentamientos cotidianos que continúan agriando las relaciones.

Tras la victoria de los demócratas en las elecciones legislativas, ambos partidos expresaron su deseo de cooperar para evitar los enfrentamientos. Pero tres meses después de que entrara en funciones la nueva mayoría en el Congreso, estas palabras conciliadoras se volvieron tan solo un recuerdo.

Varias amenazas de veto presidencial se ciernen sobre una lista de proyectos de ley demócratas, encabezada por un texto para financiar la guerra en Irak, pero que prevé un calendario para el retiro de las tropas estadounidenses.

Y hay una lucha que podría inclusive llegar a la Corte Suprema, si la Casa Blanca persiste en su rechazo a que la eminencia gris de la presidencia Karl Rove testifique sobre un polémico caso de despidos de fiscales.

El presidente y sus asistentes acusan casi cotidianamente a los demócratas de realizar un “teatro político”. Por ejemplo, a la investigación legislativa sobre el caso de los fiscales la han reducido al rango de “aventura partidista” destinada a transformarse en un “show judicial”.

La retórica no es menos agresiva del lado demócrata. La Casa Blanca “se burla de los estadounidenses y del estado de derecho”, acusó el influyente senador Charles Schumer.

A 21 meses del fin de su gobierno, y con una popularidad con un tope de alrededor de 30%, el presidente Bush no tiene otra opción que ir al ataque, si no desea quedar al margen, explicó el consultor y encuestador republicano David Johnson.

“Necesita esta confrontación (...) porque perdió su base republicana. El piso bajo sus pies desapareció”, destacó Johnson.

“Lanza todos estos desafíos, sobre Irak, sobre (el caso de los fiscales), y sobre todo lo que pueda conseguir, para, con un poco de suerte, mejorar su credibilidad entre los republicanos. De otra manera, se volverá completamente insignificante para el partido Republicano”.

Los demócratas tienen mucho interés en mostrarse como duros opositores del presidente Bush, luego de haber conquistado las dos cámaras del Congreso tras seis años de minoría.

De allí que un texto adoptado el viernes en la Cámara de Representantes que liga el financiamiento de la guerra en Irak a un calendario de retiro, a pesar de la amenaza de veto presidencial, permite a los demócratas capitalizar la opinión pública, que está cada vez más cansada del conflicto.

Este voto “responde al deseo de la opinión: 58% de los estadounidenses quiere que los militares se vayan (de Irak) de aquí a un año”, señaló Christopher Preble, director de estudios de política extranjera en el centro de investigación Cato.

La mayor parte de los legisladores demócratas consideran que fueron elegidos al Congreso con el mandato de poner fin a la guerra, por lo que no dudaron en criticar el envío de decenas de miles de tropas de refuerzo anunciado en enero.

Y mientras se acercan las elecciones presidenciales del otoño de 2008, los demócratas tienen interés en agradar a sus electores, toda vez que algunos militantes les reprochan haber tomado medidas más simbólicas que concretas.

Pero los republicanos no bajan la guardia, y ya comienzan a acusar a los demócratas de dejar que su agenda se la impongan los militantes más radicales.

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