Durante la conferencia en Oslo, 46 de 49 países participantes firmaron una declaración en la que se comprometieron a buscar un acuerdo para prohibir las bombas de racimo en 2008, incluyendo a Gran Bretaña, importante poseedor de esas armas y Francia, que las fabrica.
“Nosotros mismos hemos tomado medidas con respecto a mejoras técnicas de las municiones de racimo, al mismo tiempo que hemos supervisado de cerca las reglas de combate, cómo han sido usadas”, dijo McCormack.
“Así que es algo que hemos supervisado atentamente a través de los años. Hemos tomado muy en serio la discusión internacional con respecto a la amenaza que significa para civiles inocentes el armamento sin explotar”, agregó.
Japón, Polonia y Rumania rehusaron firmar el acuerdo en Oslo, mientras que Estados clave como Israel y Estados Unidos no participaron en la conferencia.
Los 46 países acordaron “establecer en 2008 un instrumento internacional vinculante que prohibirá la utilización, producción, transferencia y almacenamiento de bombas de racimo que causan daños inaceptables a los civiles”, según la declaración.
Un grupo de países de peso, como Gran Bretaña y Francia han señalado que quieren que la prohibición sea parte de la Convención de Ciertas Armas Convencionales, lo que Noruega y otras naciones consideran una equivocación.
Una bomba de racimo es un recipiente que contiene cientos de bombas más pequeñas, que se abre durante el vuelo y las dispersa en un área extendida.
Las pequeñas bombas no siempre explotan, de allí que produzcan daños a civiles inclusive años después de ser utilizadas.
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