Equilibrando la carencia A esta niña de primaria la carencia de butacas le enseñó antes de tiempo las leyes del equilibrio. Por más de tres horas se sienta en una silla de tres patas sin balancearse. Ella tuvo “suerte” este día de clases; a otros les tocó el suelo.
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-DE EL CARIBE, MATUTINO DOMINICANO-
Se alquilan butacas. Puede que suene a ficción, pero en la escuela Gregorio Luperón, de Guarícano afuera, el déficit de pupitres ha hecho que algunos estudiantes se dediquen a comerciar con los pocos asientos disponibles.
Estos literalmente pequeños comerciantes cobran entre cinco y diez pesos a los que llegan de último para cederles un asiento, que el inquilino deberá cuidar con celo, porque de lo contrario se lo llevan y lo alquilan de nuevo.
Los estudiantes que no quieren terminar en el piso aceptan estas condiciones para poder tomar las clases sentados. En este negocio la demanda sobrepasa por mucho la oferta.
“Tenemos que tener los cinco pesos para comprarlas, y además de eso hay que llegar temprano para poder comprarlas. Me gustaría que el Gobierno resolviera eso”, dice Wilmer Mora, sentado sobre un block en el patio.
“Aquí vino una comisión de Educación, de la regional y del distrito y están trabajando en eso. Ya pusieron las ventanas, ahora van a poner las puertas y para esta escuela están asignadas 800 butacas”, asegura Miguelina Carmona, la directora docente.
“Antes no había butacas, no había puertas ni nada, entonces, la condición que pusieron los maestros para que traigan las butacas es que hagan eso primero, para que no se roben las butacas”, añade.
Según Carmona, los que reparan el centro educativo tendrán las puertas listas antes de que termine este mes. “Los ingenieros y maestros constructores ya están terminando de poner las ventanas. Les pueden preguntar a los profesores y a los estudiantes”, sugirió.
“A veces nos quedamos parados y nos sentamos en el suelo. Los niños se confabulan para vendernos las butacas”, contestó Raquel Encarnación, de primero de bachiller. Todo esto sucede con la preocupación de los padres y los maestros.
En la tanda de la mañana hay unos 1,200 niños. La escuela, que se llama también Francisco José Cabral, cuenta con una cantidad parecida en la tarde y en la noche. Pese a ser la más grande de las cinco que hay en Guaricano, se encuentra en condiciones lamentables.
A una maestra le toca la hazaña de enseñar matemáticas en una desvencijada pizarra, que coloca sobre una silla para que no caiga.
Estos literalmente pequeños comerciantes cobran entre cinco y diez pesos a los que llegan de último para cederles un asiento, que el inquilino deberá cuidar con celo, porque de lo contrario se lo llevan y lo alquilan de nuevo.
Los estudiantes que no quieren terminar en el piso aceptan estas condiciones para poder tomar las clases sentados. En este negocio la demanda sobrepasa por mucho la oferta.
“Tenemos que tener los cinco pesos para comprarlas, y además de eso hay que llegar temprano para poder comprarlas. Me gustaría que el Gobierno resolviera eso”, dice Wilmer Mora, sentado sobre un block en el patio.
“Aquí vino una comisión de Educación, de la regional y del distrito y están trabajando en eso. Ya pusieron las ventanas, ahora van a poner las puertas y para esta escuela están asignadas 800 butacas”, asegura Miguelina Carmona, la directora docente.
“Antes no había butacas, no había puertas ni nada, entonces, la condición que pusieron los maestros para que traigan las butacas es que hagan eso primero, para que no se roben las butacas”, añade.
Según Carmona, los que reparan el centro educativo tendrán las puertas listas antes de que termine este mes. “Los ingenieros y maestros constructores ya están terminando de poner las ventanas. Les pueden preguntar a los profesores y a los estudiantes”, sugirió.
“A veces nos quedamos parados y nos sentamos en el suelo. Los niños se confabulan para vendernos las butacas”, contestó Raquel Encarnación, de primero de bachiller. Todo esto sucede con la preocupación de los padres y los maestros.
En la tanda de la mañana hay unos 1,200 niños. La escuela, que se llama también Francisco José Cabral, cuenta con una cantidad parecida en la tarde y en la noche. Pese a ser la más grande de las cinco que hay en Guaricano, se encuentra en condiciones lamentables.
A una maestra le toca la hazaña de enseñar matemáticas en una desvencijada pizarra, que coloca sobre una silla para que no caiga.
Precedentes
Dos horas antes
La jornada inicia a las ocho de la mañana; a las seis algunos niños se van colocando frente a la puerta. Al izar la Bandera los madrugadores dejan sus mochilas sobre sus butacas, pero las encuentran en el suelo.
La jornada inicia a las ocho de la mañana; a las seis algunos niños se van colocando frente a la puerta. Al izar la Bandera los madrugadores dejan sus mochilas sobre sus butacas, pero las encuentran en el suelo.
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