“No he podido dormir pensando cuando la bomba cayó en el asiento en que iba y corrí envuelta en llamas. Más adelante una turba de pasajeros me pisoteaba tratanto también de salir del desorden”, narró Gladys María, quien estuvo a punto de abortar y sufrió quemaduras de segundo y primer grado en sus manos y la cara.
De ahí la trasladaron al hospital Luis Eduardo Aybar, luego al Salvador B. Gautier y finalmente recibe cuidados en el Hospital de la Mujer Dominicana. Junto a ella, Santa, Maritza y otras cuatro personas recibieron el impacto de la bomba en el autobús de su empresa, en las inmediaciones del kilómetro 13 de la autopista Las Américas.
Los jefes inmediatos de cada una les han prometido cubrir los gastos de medicamentos hasta superar el estado de salud que atraviesan. Mientras, Ángel Terrero y Gabriel Fernández, directores de la Maternidad de la Mujer Dominicana y el Hospital Salvador B. Gautier, informaron que dentro de su delicado estado, las mujeres superan las quemaduras y no corren riesgo de muerte.
“Esperamos la guagua que pasa a las 6:10 de la mañana. Ya había hecho dos paradas cuando aparecieron unos tipos y prendieron una goma, luego, cuando desaparecieron, explotaron la botella llena de arena”, recordó Maritza.
Santa es dobladora de medias en la Zona Franca; con sus dos niños, uno de diez años y otro de ocho meses, vive en una pequeña casita del sector Brisas del Este.
Maritza anhela terminar su casa, que apenas tiene una pequeña zapata, así como educar a su niño, por el que mensualmente paga 500 pesos de colegio, mientras Gladys y su compañero Jezrel Vizcaíno están en proceso de preparación para recibir a su primer hijo.
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